Un suelo con “Sabor”

La presencia de una gran diversidad de microorganismos en nuestros suelos, entre los cuales encontramos distintas especies de levaduras, saccharomyces y no saccharomyces, que pasan a la uva en el envero, permite a nuestros vinos fermentar de forma natural, aportando al vino matices únicos.

Una tierra única

Hace algunos millones de años, un fuerte movimiento orogénico o un desplazamiento producido por un meteorito que impactó a unos 40 km. al NE de nuestras viñas, produjo un “cabalgamiento”. Los terrenos cámbricos de más de 500 millones de años de antigüedad emergieron por encima de los terrenos más modernos y, con ello, se acercaron nuevamente a la superficie de la zona aquellos trilobites enterrados durante cientos de millones de años. Sobre estos terrenos complejos se plantaron nuestros viñedos de garnachas de Aragón. A decir de los geólogos, las tierras se integran por areniscas, guijarros pizarrosos y múltiples minerales, “que no deberían estar ahí”, fuertemente alterados y que corresponden al Cámbrico Medio.

El efecto de la microbiota en el viñedo

Investigamos el efecto de la microbiota existente en el suelo del viñedo, en las características fisico-químicas y sensoriales del vino y la posible incidencia en ella de la edad de la cepa, de la edad de la viña. 

Este proyecto se realiza en las viñas de Pago de la Boticaria, San Ramón y Banarro.

Cada día estamos más seguros de que el concepto de “TERROIR”, no estaría completo sin tener en cuenta la microbiota, la cual aporta grandes diferencias sensoriales a los vinos cuando se elaboran mediante “FERMENTACIÓN ESPONTÁNEA”. La edad del viñedo se ha relacionado con la DIVERSIDAD DE MICROBIOTA y la presencia en los suelos de viñedos viejos de una gran riqueza de levaduras saccharomyces y no saccharomyces, necesarias en la fermentación y habituadas a este terreno y a estas uvas.